Por Orlando Holguín
Una gran cantidad de jóvenes de distintas clases sociales hoy día está sumergida sólo en el BlackBerry.
Algunos parecen máquinas cuyos cuerpos sólo están en capacidad de mover las yemas de los dedos par enviar mini mensajes.
Muchos sólo piensan en darse uno que otro espectáculo de “artistas” hechos al vapor, y otros están en las universidades por decir que lo están, sin saber ni siquiera si la carrera que estudian es la más adecuada para su futuro.
Es la época de los drinks, del perreo y de beber como un hombre, aun se trate de una carajita que cuente con apenas quince años de edad. ¿Y la lectura? Bien, gracias.
Una institución empresarial se quejaba de la calidad de profesionales que las universidades están lanzando a las calles, y no es para menos.
Estudiantes capaces de copiar intacta una tesis o un monográfico. (Como han hecho algunos políticos).
Es preocupante observar a los que vienen subiendo como bachilleres. No se detienen a valorar la importancia que tiene el tratar por lo menos de escribir bien, pues no piensan que en una solicitud de empleo los evaluarán por la forma en que escriban y se expresen verbalmente.
Una gran cantidad de muchachos ni siquiera lee los periódicos gratuitos, un ejercicio de lectura muy provechoso, independientemente de lo trágica que es muestra prensa en la actualidad.
¿Y dónde es que radica el asunto?. Sencillamente gran parte de la juventud de hoy es enemiga de la lectura. Es tan así, que a una gran mayoría no le interesa enterarse de lo que pasa a su alrededor de ciudadano afectado por los males sociales.
Cualquier lectura, aunque parezca de quinta catogoría, algo nos deja. Una gran parte de la juventud de nuestros tiempos, bombardeada por el consumismo barato y la “comparonería”, no sacaría tiempo para leer los famosos paquitos y las novelas ilustradas de la Editorial Novaro y de otras editoras. Desde Hermelinda Linda, hasta Chanoc, desde Fantomas, pasando por Roy Rogers, Superman, La Pequeña Lulú, Mafalda y Archie, hasta Erase una Vez en el Anahuac.
En mi caso, también leía las revistas Vanidades, Buenhogar, Hombre de Mundo, Cosmopolitan, Mundo, National Geografic y hasta Mecánica Popular, y ni hablar que en algunas de esas revistas venían incluidas las novelas de Corin Tellado, de Barbara Cartland y de otras autoras de las llamadas novelas rosas.
Disfrutábamos también de las novelas de vaqueros no ilustradas de Keith Luger y Silver Kane, no así de las de Marcial Estefanía Lafuente, pues nos parecían un tanto desabridas.
¿Saben algunos jóvenes de hoy de la existencia de Agatha Christie, considerada en una ocasión la autora más leída después de la Santa Biblia y de Shakespeare?.
Y ni hablar de Selecciones del Reader’s Digest, lectura obligada para los que deseábamos enterarnos de muchas cosas que no estaban tan al alcance, como hoy día sucede gracias a la tecnología.
Así como hay comida chatarra, existe también la lectura chatarra, y si algunos de esos materiales lo eran, por lo menos nos permitieron aprender a escribir de manera aceptable, mientras otros (National Geografic, Mundo, Mecánica Popular, Selecciones y las revistas del jet set) nos permitían ampliar un poco nuestros conocimientos.
Hoy todo es más fácil para un estudiante, gracias a la computadora. Pero muchos jóvenes, entre celulares, jueguitos, facebook e ir a una discoteca a dar hasta cinco mil pesos por una vodka (lo hacen a mucho orgullo) que cuesta 800.00 en otros establecimientos, descuidan su preparación.
Luego quieren buenos empleos, manejar mucho dinero, andar en buenos carros, todo con el menor esfuerzo posible.
Al no obtenerlo, algunos terminan descarrilados. Aclaro que como jóvenes siempre buscamos disfrutar de todo lo que concierne a la juventud, pero también hay que tratar de preparase para enfrentar los retos y obstáculos que son propios de los seres humanos, y que son inherentes a los que venimos y somos de abajo.
Definitivamente, una de las debilidades de los novatos que vienen subiendo es que no leen, no se preocupan por conocer su idioma (para colmo, se ufanan de estar estudiando inglés, que no está mal, pero muchos terminan sin hablar inglés ni conocer superficialmente el español) y sienten una especie de adversión hacia la preparación.
Para muchos, las ventajas de la tecnologia se resumen en ir para para arriba y para abajo chateando por un BlackBerry o en tener acceso a las redes sociales.
Otros se la pasan hablando plumas ‘e burro mientras ligan bebidas en una discoteca. Al graduarse, saldrán a la calle convertidos en unos borriquitos con un título debajo de una pata, perdón, debajo del brazo. Publicado por Joseph Caceres.