En estos días se ha puesto sobre el tapete un tema con relación al arte en el que se “remacha” la penosa situación en que se encuentra la mayoría de nuestros artistas populares.
Se resalta el hecho de que los artistas dominicanos, con excepción de Juan Luis Guerra, Héctor Acosta, y el grupo Aventura de Nueva York, no invierten en su proyección de imagen, ni se embarcan en la realización de actividades diferentes a las cotidianas, como es el montaje de conciertos populares y espectáculos que les permitan sobresalir y romper con la rutina en que se encuentra la mayoría de ellos.
Aunque a veces hay algunos que se arriesgan a presentar un “show de familia” en el Maunaloa, sólo para que los tomen en cuenta como actividad, para el resumen de final de año de los premios Casandra.
Nadie repara en que se trata del mismo espectáculo de todos los años, con el nombre cambiado.
Eso no tiene importancia ni relevancia, aunque siempre la crónica de arte se hace “de la vista gorda” y maneja el tema con mentiras piadosas, tratando en gran medida de acogerse al penoso y desfasado cliché de que “hay que apoyar al artista dominicano”.
Porque de eso se trata. Hay artistas que solo son populares y trascienden en la prensa, no por reales posibilidades de atracción ni poder de convocatoria en el público.
Se habla de falta de patrocinio, muy importante para el montaje de cualquier evento.
A diferencia de los periodistas, que somos tan dados a exaltar, a magnificar y a exagerar los créditos de cualquiera que “brinque y salte”, confiriéndole la categoría de estrella y otorgándoles premios y galardones por su “destacada labor”, en el mundo de la publicidad, el patrocinio y la promoción, las cosas son diferentes.
Los grandes patrocinios están reservados para quienes verdaderamente devuelven la inversión.
Lamentablemente tenemos nuestro parnaso lleno de “glorias del arte”, haciendo fila, esperando turno para recibir el Soberano.
Y detrás de ellos otra fila más de gente que no hace nada para justificarse en el medio, viviendo del recuerdo o de la flauta que alguna vez tocaron por error. Publicado por Joseph Caceres.