Las ventajas de andar descalzos (o como si estuviéramos descalzos)

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Respecto a los aspectos meramente físicos, hay diferencias entre caminar calzado o a pie desnudo, y se sabe desde hace tiempo.

Ya en 1905, el doctor Phil Hoffman comparó los pies de personas que lo hacían de las dos formas y encontró grandes diferencias entre ellos, tanto en la forma como en la función del pie.

Una revisión sistemática realizada en 2015 refrendó a Hoffman y detectó varias distinciones clave.

La primera es que caminar descalzo aumenta la dispersión de la parte anterior del pie (el antepié); es decir, los dedos se pueden expandir y ocupar su sitio natural, mejorando la estabilidad corporal.

La extremidad inferior necesita espacio para adaptarse al terreno y maximizar el agarre y la estabilidad, mientras que el calzado contemporáneo basa dicho agarre en las suelas, lo que limita esa adaptación.

En segundo lugar, prescindir del calzado permite repartir mejor las presiones sobre el pie. Sin embargo, el hecho de calzarnos o no hacerlo no parece afectar al riesgo de sufrir una lesión.

Algunos riesgos y contraindicaciones

Como comentábamos, caminar completamente descalzo no está exento de peligros.

La exposición a superficies peligrosas y la falta de protección pueden llevar a lesiones cutáneas o infecciones. Padecer alguna enfermedad como el pie diabético es un motivo para desaconsejarlo.

Además, el uso sistemático de calzado convencional cambia la forma, fuerza y función del pie, por lo que lanzarse a hacer deporte con calzado minimalista sin adaptación puede elevar las probabilidades de lesión al cambiar de forma brusca la biomecánica de la marcha.

En definitiva, si decidimos caminar descalzos o hacerlo con calzado minimalista, es crucial hacerlo gradualmente y considerar las circunstancias individuales. Así optimizaremos los beneficios y evitaremos sus riesgos.

* Beatriz Carpallo Porcar, Daniel Sanjuán Sánchez y Paula Cordova Alegre son personal docente e investigador en los grados de Fisioterapia y Enfermería en la Universidad San Jorge.

El artículo original fue publicado en The Conversation y reproducido bajo licencia de Creative Commons. Puedes leerlo aquí.

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